ARTURO MARTÍNEZ
“Meninas…” Del 13 de noviembre al 4 de diciembre de 2008
Óleo sobre liezo, 190 x 150 cm.
Óleo sobre tabla, 100 x 70 cm.
Poliéster, 120 x 100 x 60 cm.
Óleo sobre tabla, 100 x 70 cm.
Arturo Martínez (Albacete, 1940) realiza, desde 1958, más de una treintena de exposiciones individuales por toda la geografía española, así como en París, Bruselas, Nueva York, Chicago y otras localidades de Estados Unidos. Entre las últimas cabe destacar las celebradas en las galerías Kreisler (1996), Gaudí (2001), Detursa (2002), Espalter (2002, 2005) y Orfila (2008), de Madrid; Museo Muncipal de Albacete (2002); galería Tolmo,Toledo (2003); galería Gala, Chicago (2003); Surcos, Majadahonda (Madrid) (2004, 2005). Entre sus colectivas: “Escultura al Aire Libre”, Centro Cultural Conde Duque (1994) y XIII Bienal Internacional del Deporte en las Bellas Artes (1999), Madrid; “Encuentros”, Museo de Santa Cruz, Toledo (2003); además de su participación en ferias internacionales de arte como Arco, Madrid (1989, 1993); Art Miami, Miami (Estados Unidos) (1991); Artesantander, Santander (1992); Art Americas, Miami (1995); Artexpo, Barcelona (1998); Feria de Arte, Sevilla (2001); VI Feria Internacional de Arte Contemporáneo, Salamanca (2002).
Acerca de “Meninas…”, Sela del Pozo Coll escribe en el catálogo de la exposición:
…Con un lenguaje definitorio, Arturo no teme las variaciones, se diría musicales, que surgen dentro de su producción. La melodíaque toca ahora es la de la relectura de Velázquez, y cada una de las piezas de esta serie va componiendo un acorde. Con una factura deshecha, acaso más bien esencial, va depurando las formas, las anatomías de los personajes, sus vestimentas. Ante nosotros aparecen Margarita, Maribarbola o Baltasar Carlos y lo hacen entre sombras. Una estética la de la sombra, por cierto, muy diferente a la del Siglo de Oro, sin duda, pero que se constituye como un nexo más, un hilo de conexión con el naturalismo barroco del maestro andaluz.
El excepcional trabajo de los fondos contribuye al énfasis expresivo de la obra final. Un ambiente que, si bien no constriñe lo representado, sí que lo contrasta fuertemente. Los planos de color, aplicados siempre al óleo y sin barniz, deconstruyen las imágenes de la superficie sin que por ello sus pinturas pierdan un ápice de equilibrio.
Como recurso, el pintor guía nuestra mirada incorporando, dentro de las obras, pequeños toques de rojo, acentos tímbricos que guían a quien contempla para descubrir la totalidad de la superficie y sus detalles, que no son otros que la propia pintura esencializada y convertida, como gesto, en protagonista de su producción artistica…