FERNANDO TEXIDOR
“Pinturas – Relieves” Del 24 de mayo al 12 de junio de 2010
Bajo el volcán. Técnica mixta/madera, 74 x 46 cm. 2008.
Penumbra. Técnica mixta/madera, 114 x 106 cm. 2010.
Uxmal. Técnica mixta/madera, 99 x 78 cm. 1998.
Variaciones sinfónicas. Técnica mixta/madera, 173 x 107 cm. 2009.
Zagora. Técnica mixta/madera, 108 x 79 cm. 1993.
Cielo de Castilla. Técnica mixta/madera, 60 x 43 cm. 2007
Fernando Texidor se forma, entre 1953-57, en la Universidad de Harvard, Cambridge Mass., en la School of Design, siguiendo estudios de arquitectura con José Luis Sert, y de dibujo, pintura y escultura con Feninger y Nivola, obteniendo el grado de Bellas Artes. Continúa sus estudios en Nueva York, en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Columbia (1957-58) y en la Arts Students League, donde estudia dibujo con Georges Grosz (1958-59); en París, en la Academia de la Grande Chaumière y con André Lothe (1959-62), y con Pierre Clairin (litografía) en la Ecole de Beaux-Arts (1964-65).
Realiza su primera exposición individual en Jason Gallery, Nueva York (1967), a la que siguen, entre otras, las cebradas en las galerías Skira (1971) y Orfila (1988, 2010), de Madrid; Tom Maddock Galery, Sitges (1973); Galería Carl Van der Voort, Ibiza (1974); Sarrió, Barcelona (1976); Ateneo (1987) y Sociedad Económica de Amigos del País (1991), Málaga; Casa de Cultura, Palma del Río (Córdoba) (1994); Can Festís, Riudebitlles Penedés (Barcelona) (2001); Fundación Pablo Neruda, Santiago de Chile (2004).
Participa en colectivas en varios países, como en las galerías neoyorquinas Balin Traube (1962), Whitehouse (1967), Arras Gallery (1973) y en el Spanish Institute (“The Language of the Fan”, 1988); Galerie Epona, París (1964); Bienal de Ibiza (1974); Festivales de Cultura de Asilah (Marruecos) (1979, 1990); Bienal Internacional de Arte de Marbella (1979, finalista en 1983, 1987); Arco 84, Madrid; Exposición Internacional de Artes Plásticas, Barcelona (1984); “Otros Abanicos”, Colección Fundación Banco Exterior, Madrid (1985) y Santander (1990); “Eros”, Cortijo Bacardi, Málaga (1989); “L’Albero di Carta”, Sondrio (1995) y “Il Libro ad Arte”, Galería Gilibert,Turín (2000) (Italia); Bienal d’Art Riudebitlles (Penedés) (2002); Grabado Andaluz, Galería Krabbe, Frigiliana (Málaga) (2004), entre algunas de las más destacadas.
Aníbal Alfaro escribe en el catálogo de su actual exposición en la Galería Orfila:
La creación de un lenguaje propio parece ser uno de los logros de los grandes artistas. En el caso de Fernando Texidor, ya se trate de pinturas, grabados, relieves o esculturas ejecutadas a través de sus múltiples vidas, Cambridge y Nueva York en los Estados Unidos, París, Marruecos, Ibiza y Barcelona, Málaga y Segovia, encontramos un lenguaje personal. Vemos en su obra una estética reconocible y única forjada por el artista en su empeño por crear un arte armónico en el que intervienen, la intensidad de la vida, el paso del tiempo y la destrucción y el cambio que genera, la naturaleza de la materia misma, la luz siempre presente con toda su riqueza de matices, y el color: un hallazgo deslumbrante en cada una de sus obras.
Texidor es un viajero que no hace turismo. Siente la necesidad de vivir en cada lugar que visita. En cada uno de esos sitios, la India, Nepal, Marruecos, Mali, Burkina Faso, Egipto, Vietnam, Camboya, México, Chile, se compenetra con la vida misma del lugar y extrae la esencia de su vida, los rituales, el color de la tierra y de sus muros, el paso del tiempo. Estos motivos, colores, grietas, telas, vienen a poblar sus obras que con su mirada y su mano maestra transforma en obras de arte actual que logran que nos convirtamos en testigos de un mundo rico en su diversidad y complejidad. Es por eso que, aunque tenga un lenguaje propio que hace reconocible como un Texidor cada uno de sus cuadros, es siempre diferente.
Existe en las pinturas-relieves de Texidor una forma de entender el arte como la necesidad del ser humano de expresarse para evocar la historia, la vida. Conviven en sus obras el anhelo del hombre primitivo de expresarse en grafismos, el hombre de las Cuevas de Altamira, el equilibrio armonioso de arte abstracto de la Bauhaus, escuela de sus inicios normativos en Harvard, que hace que sus obras expresen siempre el deseo de poner orden en el caos del universo, de la historia, y también la necesidad de rescatar el arte de los pueblos, esa expresión profunda y popular que afirma la humanidad del ser humano contra la arbitrariedad de la deshumanización en el arte.