ALEJANDRINA GARCÍA FAURE

“Insectos y Paisajes” Del 7 al 27 de enero de 2014

Óleo sobre papel, 21 x 18 cm.

Óleo sobre papel, 21 x 18 cm.

Óleo sobre papel, 21 x 18 cm.

Alejandrina García Faure nació en Beteta (Valencia). Reside en Madrid, donde se formó con el pintor Eduardo Navarro y en el Círculo de Bellas Artes, tras licenciarse en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando en 1962.

Fue cofundadora en Madrid del Grupo Abra y desde su primera muestra personal en 1966 ha realizado más de una treintena de exposiciones individuales en ciudades como Madrid, Sevilla, Santander, Valladolid, Vigo, La Coruña, Barcelona, Bilbao, León, Segovia, Ibiza, París… Cabe destacar las celebradas en las Galerías Abril (1970), Cid (1974, 1975), Altex (1981), Centro Cultural de la Villa (1991) y Arcadia (1995), de Madrid; Casa de España, París (1979); Instituto Español, Londres (1984); además de las varias que realiza a partir de los años ochenta en Holanda (Ámsterdam, Rótterdam y Eindhoven) y Alemania (Bonn y Bremen), que se suman a otras tantas colectivas, como la muestra “Artistas Españolas en Europa” (1988), itinerante en Finlandia, Dinamarca, Alemania y Francia. En 1997 Caja Madrid le organiza una exposición individual, itinerante en León, Palencia, Valladolid, Zamora y Barcelona. En el 2000 expone en el Museo de los Ángeles CVCM, Valencia. En el 2001 colección “Museo de los Ángeles”, La Habana (Cuba). En el 2008 participa en la Feria Internacional de Arte FAIN, Madrid.

En paralelo a su actividad pictórica es autora de “Libros de Artista”, que ha mostrado en varias ocasiones en España y en monográficas internacionales, entre ellas las celebradas en 1988 en Lieja (Holanda) y la titulada “Libros de Artista 1987-1988”, en la Calcografía Nacional de Madrid, así como “Les Livres d’Artistes espagnoles”, en la Galería Caroline Corre de París en 1993.

LA VIDA EN EL PAISAJE

La pintura de Alejandrina García Faure ha seguido una larga trayectoria dedicada siempre a la interpretación plástica de la naturaleza. Los cuadros de otros temas, como el retrato, son escasos. A lo sumo, aparecen figuras en obras como las estatuas de algunas pinturas de jardines en las que el paisaje y la naturaleza son el protagonista principal. Esta representación de la naturaleza la ha acometido desde sus primeras obras, prestando una atención especial al color, a los contrastes de luz y a la creación de un visión expresiva y sentida de la naturaleza. Son siempre paisajes pictóricos, plásticos, sin referencias a la identidad de los componentes naturales que aparecen en ellos, aunque siempre palpiten las vivencias y el sentimiento de un entorno: la sierra de Madrid, concretamente la de Guadarrama. Sus cuadros aparecen siempre como una caligrafía realizada con la tinta de los colores y las luces de la sierra, reduciendo el paisaje a una abstracción sintética.

Cuando nos situamos ante la naturaleza, solo percibimos los elementos naturales: las nubes, la luz, los árboles, los arbustos, la hierba de los prados y las vallas de piedra que los cercan, las hojas caidas, las empalizadas… Pero en la naturaleza hay muchas cosas más. La visión de un paisaje requiere un distanciamiento, dejar que exista un espacio entre las naturaleza y el ojo del espectador. Solo interesa ver el conjunto o, a lo sumo, un fragmento del mismo. Prescindimos de las interioridades del conjunto de elementos naturales, de la vida que palpita y discurre en un habitat del cual solo nos interesamos por la imagen de su epidermis. Un bosque es superficie; un prado es la plenitud de la hierba; un camino, las líneas de tierra flanquedas por brotes irregulares de verde; unas rocas gigantescas, un volumen cuya superficie gris se halla salpicada de musgos y líquenes. Es el soporte estático y perdurable de la naturaleza: la superficie que percibimos, que llamamos naturaleza y definimos como paisaje y que los artistas han convertido en un género de la pintura.

Pero si miramos con atención, si fijamos nuestra vista en cualquier parte de ese paisaje descubriremos que hay más. Que existe y vive un universo oculto apenas perceptible pero que forma parte esencial e inseparable de la naturaleza. La vida de los animales que lo pueblan, de los insectos que habitan y viven en él. Un mundo fascinante que ha sido puesto de manifiesto y analizado por algunos estudiosos. Michel Chinery, estudioso de los insectos, relata que Mientras estaba sentado en mi rincón favorito del jardín una tarde soleada, decidí ver cuantos tipos diferentes de animales podía divisar a lo largo de cinco minutos. Sin tomar en cuenta a muchos de los insectos que no podía identificar debido a la distancia, llegue a un total de veintiséis. […] Algunos de estos animales residen de modo permanente en el jardín, mientras que otros son solamente visitantes de temporada, pero es innegable que todos ellos añaden un gran interés a los jardines.(El naturalista en el jardín. 1986). A Alejandrina García Faure también se le ocurrió un día fijar su mirada en esos seres que pueblan los paisajes de sus cuadros. Y el fruto de ello ha sido esta exposición en la que los insectos “de compañía” conviven con la naturaleza, pintados de la misma manera que ésta aparece en sus cuadros: como un componente plástico y no como una simple curiosidad de entomólogo. Ambos elementos, insectos y paisajes se funden en una síntesis, evocadora de la invasión de unos seres que en su obra anterior se hallaban ocultos y que ahora la pintora ha decidido sacar a la luz.

Víctor Nieto Alcaide