LUZ H. ARKAL

Del 29 de abril al 21 de mayo de 2016

11M82. Acuarela sobre papel, 35×35 cm

Mercurio III. Mixta sobre lienzo, 130×195 cm

Despierta tu luz interior. Mixta sobre lienzo, 100×100 cm

Ego. Mixta sobre lienzo, 100 diamétro

Luz H. Arkal, Madrid, 1982. Estudia Bellas Artes en la Universidad Complutense, de Madrid, que completa con cursos de teoría e historia del arte en la Complutense, la Universidad de Miami y la John Cabot University, de Roma. Sigue clases de pintura y dibujo en talleres de varios artistas (Luis Estrella, Ana Muñoz, Magdalena España Luque…), de cerámica con Salvador Luna, en Marbella, así como técnicas de grabado en otros talleres y en los cursos impartidos por Mª José Montañés y otros grabadores en la Fundación Museo del Grabado Español Contemporáneo, de Marbella (2013-2016).

EXPOSICIONES INDIVIDUALES (selección)
2016: Galería Orfila, Madrid; Galería Mercado del Arte, Marbella. 2014-2015: Galería Dionis Benassar, Madrid. 2013: Colegio de Ingenieros de Caminos, Madrid.

EXPOSICIONES COLECTIVAS (selección)
2013: Claridge’s Hotel (organizada por Tf Willets Foundation), Londres; Centro cultural Cortijo de Miraflores, Marbella (también en 2015). 2014: Galería Artes, París; TVAA Open Show, Dallas, Texas; Galleri Bellman, Estocolmo; Plataforma arte Huber, Marbella; Galería Orfila, Madrid; Palacio de Medinaceli, Fundación Dearte (también en 2015). 2015: Museo CAC, Mijas; Galería Dionis Benassar, Madrid; Nina Torres Fine Art, Miami; Anita Peghini-Räber Gallery, Rehoboth Beach, Delaware (EEUU); Picasso y artistas internacionales, H10 Andalucía Plaza, Marbella; Le Dame Art Gallery, Londres.

FERIAS DE ARTE
2013: Art Innsbruck (Austria); Affordable Art Milán; Almoneda, Madrid. 2014: Fiarte, Granada; Dearte, Madrid, Medinaceli y Soria; Estepona Art Project; Art of the Prom, Niza; Affordable Art Hampstead, Londres; Donostiarte, San Sebastián.

OBRA EN Museo CAC de Mijas y Fundación Dearte.

La voladora de cometas

En el juego de hacer volar una cometa se produce algo parecido a una metonimia, en sentido no sólo coloquial sino poético (“soy yo mismo, tendido desde un cordel”, parecería soñar su volador), que proviene de la transposición paradójica de lo dinámico en aquello que sólo puede alzar el vuelo, como resultado de las impredecibles e inestables fuerzas de la Naturaleza, a través del hilo tendido por nuestra imaginación. Idéntica guía sigue Luz H. Arkal en su pintura, al unir lo que está arriba con lo que está abajo, indagando sobre la relación entre micro y macrocosmos, desde esa vieja aspiración que se aplica a la ardua tarea, en absoluto ajena al arte, aunque no sea de su sola exclusividad, de hacer visible lo invisible.

Pues si, a partir de esta premisa, cabe hablar en algún momento en su obra de representación, referida en primera instancia a la traslación o descripción de aquellos elementos del Universo, las estrellas y planetas, para cuyo conocimiento dispone de modelos plausibles, suministrados por los sucesivos avances de la ciencia y la tecnología, éstos no llegan a ser ni mucho menos el único pertrecho en ese proceso representativo, el cual atiende esencialmente a los dictados de su fantasía e imaginación. Posiblemente esto no podría ser de otra manera, aun en el supuesto de que su único objetivo fuera recrear dichos motivos con la verosimilitud no realista que a tan remota lejanía corresponde, puesto que lo mismo ocurre, aunque en sentido justamente opuesto, con la presencia de lo extremadamente pequeño y cercano que, completando su cosmovisión, forma también parte indiscernible de esa continuidad del Universo que Luz se propone reflejar.

No es extraño, por tanto, que, desde esta voluntad escópica, afecta a un nuevo campo de lo perceptual, su pintura se sitúe de algún modo más allá de la dicotomía entre abstracción y figuración, lo que sucede tras incorporar a su lenguaje artístico algunas leyes de la nueva física. Este proceder implica, en primer término, sustituir el cubo del cuadro como proyección de una escena con un solo punto de fuga, propia de la perspectiva clásica asociada a la geometría euclidiana, para de acuerdo a ley del continuo espacio-tiempo que conforma el Universo, según la teoría de Einstein, lograr introducir el espacio cuatridimensional en el cuadro, una vez que este último abandona su frontalidad y sistema de ejes tradicionales. Contribuyen a ello diversas metáforas espaciales, así como un especial protagonismo y tratamiento de lo matérico. Entre las primeras estaría la presencia de la curva, o más bien de la elipse, como único elemento figurativo en algunas de sus representaciones celestes. Paralelamente, la discontinuidad de las superficies y lo abrupto de sus relieves funciona tanto en el sentido de evocar lo que podría ser una topografía extraterrestre, como en el de desplegar una tactilidad proclive a que la mirada “lateral” del espectador sea absorbida por un ilimitado y la vez extendido fuera de campo; efecto al que contribuye la frecuente administración monocroma del color, su misma fluidez y regularidad, cuya interacción con los incidentes de esas texturas, en ocasiones de configuración ondulatoria (como en las sintéticas visiones del mar, que incorpora también a su repertorio cósmico), remitiría a la equivalencia de masa y energía, su indisolubilidad, en relación, de nuevo, con una de las bases de la teoría einsteiniana.

Pero acaso la más intensa metáfora que Luz H. Arkal nos refiere es ese vacío del cosmos que nos rodea, inconmensurable; con todo, nuestro habitáculo. Es así que, para Lao Tse, “el vacío es lo que permite habitar una casa”. En uno de sus lienzos, Ego, una esfera disipadora más que presumiblemente creadora de energía, parece hacernos meditar acerca de ese proceso de entropía desencadenado por nosotros mismos sobre nuestro planeta y nuestra propia especie, a la que a una no pequeña parte de ella usurpamos, incluso, la misma categoría de humanidad. Esa esfera nos recuerda la urgencia de un cambio, por lo pronto, en los patrones de nuestra subjetividad, para que todos podamos encontrar acomodo en la casa común.

A. Leyva Sanjuan