ANTONIO BARCELÓ BALLESTER

“Memoria de la pintura” Del 26 octubre al 12 noviembre de 2016

Antonio Barceló Ballester, (Cartagena, 1942) Realiza, desde 1969, exposiciones individuales, principalmente en la región de Murcia, entre otras: Palacio Aguirre (1982), Galería Bisel (1989), Muralla Bizantina (1998, 2004), Galería Bisel, “Antonio Barceló 40 años de pintor” (2009) y Palacio Molina, “Nexus Lenguajes de la Abstracción”(2009) y “Trilogía” (2014), Cartagena; galerías Pedro Medina (1988) y Chys (1992, 1999, 2007, 2011), de Murcia; Galeria Orfila (1989, 1993, 1996, 2001, 2005,”Mediterráneo Suite”, 2013), Ateneo de Madrid (1991) y Fundación Cajamurcia (2008), Madrid.

Bibliografía: “Arte iberoamericano 1900-1990”, Ediciones CD-Arte Madrid y UNESCO, París. “Diccionario de Pintores y Escultores del Siglo XX”, Editorial Forum Artis, Madrid. Antonio Martínez Cerezo, “Diccionario de Pintores Españoles del la Segunda Mitad del Siglo Veinte”, Difusora de Información Periodística, Madrid. “Diccionario de Artistas Contemporáneos de Madrid”, Aldebarán Ediciones, Madrid.

Con motivo de su exposición, “Memoria de la pintura”, se presenta el libro Antonio Barceló Ballester en la muralla del mar, del que es autor Antonio Leyva,escritor y crítico de arte, en edición Pro Amici Orfila Galeriae, Madrid, 2016. En el mismo, comenta sobre esta muestra:

…Antonio Barceló, siguiendo una dirección mas pictoricista, sustentada, instintiva o conscientemente, en el análisis de los efectos que de la densidad del óleo pueden obtenerse, diferentes a los de cualquiera otra más fluida pigmentación, hará del color, aplicando con anchos recorridos del pincel sobre la superficie del lienzo sin que los mínimos relieves de los collages textiles obstaculicen estos recorridos, protagonista de cuanto ocurre en el cuadro. Al emplear el término ‘ocurre’ estamos señalando una actitud estética de la que sobresalen ejemplos en sus obra “La primavera según Arcimboldo” o “El viejo rey según Rouault”, ambas resueltas con la incorpotación de textiles y la segunda vigorosamente delimitado el personaje protagonista en contrario a la primera en la que el contorno se confía al más impreciso ritmo de las texturas del color.
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El evidente entusiasmo que trascienden estas intimidades significantes de Antonio Barceló, suponen la culminación del proceso de ruptura que se iniciara en la etapa arqueológica. Lo que entonces era armonía, contención y concertación cromática, ha sido sustituido por entusiastas, fervorosas y hasta festivas repentizaciones que sólo algún atisbo de fidelidad al motivo logra moderar.