CARLOS DEL MORAL

Del 11 a 30 de septiembre de 2017

La sucesión implacable de los días y de las estaciones, convertida en ritmos y cadencias cromática a golpes de intuición, es la sustentación más elemental de las que René Berger llamara artes del tiemo.

La pintura, la más visible de ellas, sin la consecuencia de la asimilación de conocimientos estéticos, es sin embargo un alegato dialéctico que escapa a toda instrucción, a toda acción premeditada.

Este aserto alcanza categoría de verdad incontrovertible en la obra de Carlos del Moral, joven pintor formado en el estudio de Esperanza Machado, en cuyos trabajos de racionalidad y equilibrio son subvertidos, con recursos esencialmente plásticos en constante verificacación, a favor de una dicción en la que, sobre las apariencias de la realidad, prevalecen inestables instancias subjetivas que se imponen sobre la convencionalidad representada y que son precisamente las que despertaron nuestra atención y las que nos llevaron a aceptar la que es su primera exposición, gozosa primicia de las que muy pocas veces puede disfrutarse en las galerías de arte.

De aquí que las significaciones que muestran sus telas deban ser contempladas como en lo que en realidad son: proyecciones de un espíritu no contaminado ligado a la naturaleza por vínculos que hemos de calificar como mágicos, por un pensamiento en el que la realidad y la ensoñación se alían para decirnos algo de quien es el que las creó y cual es la escala de valores a que deben su existencia.