JOSÉ NÚÑEZ
“La fiel y permanente naturaleza” Del 7 al 27 de enero de 2016
La sentada. Terracota policromada, 23x19x19cm
La maja yacente. Terracota policromada, 15,5x21x10,5
Dolido en las entrañas. Terracota policromada, 21×22 x12 cm.
Camino. Óleo sobre lienzo, 25 x 27 cm.
José G. Núñez (Madrid, 1956). Licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación, realizó cursos de postgrado en el ámbito del Psicoanálisis. Imparte clases de Aikido desde 1988. Participó en el taller “Teatro de Laboratorio”, dentro de la escuela Grotwky y bajo la dirección de Susana Fischkin. En el curso “Creatividad y Estados de Trance” en el Centro Internacional de Estudios Místicos de Ávila. Dirigió el taller Terapeútico y Creativo de Cáritas y la Escuela de Aikido de Pozuelo de Alarcón en Madrid.
Autodidacta en materias artísticas y musicales (formó parte del grupo DHUM) en el final de los años ochenta junto a Fernando Botana llevó a cabo un proyecto experimental fundamentado en la creación de esculturas efímeras con materiales de derribo. Con estas obras y otras obras más convencionalmente escultóricas y pictóricas, ha realizado exposiciones en varias ciudades y en Madrid (Congreso de los Diputados, Ministerio de Hacienda -que le concedió varios premios -, Colegio de Ingenieros de Torrelodones, C. de A. de Ávila en Arenas de San Pedro, San Lorenzo de El Escorial, San Fernando de Henares o Guadarrama, Universidad Complutense, Palacio del Infante Don Luis en Boadilla del Monte, “Pequeña Galería”, Instituto Nacional de Administraciones Públicas, Diputación de Segovia… además de colaborar en muestras organizadas por las ONGs Médicos del Mundo o Mujeres por África).
Su obra está representada en colecciones públicas y privadas de España, Francia, Alemania y EEUU.
LA FUTURA MORADA
Una de las mayores dificultades a las que asistimos en este momento de la actualidad es VER con mirada limpia, sin la contaminación visula que nos acompaña en la vida.
Nunca nos hemos encontrado, en el sentido visual, con una circunstancia tan crítica como la actual en la que nos bombardean, continualmente, con imágenes qie nos perturban. La información icónica nos manipula y nos desorienta en una cadena de consumo en la que son tantos y tan rápidos los estímulos que nos llegan, que no da tiempor para seleccionar, elegir y comprender.
La exposición de JOSÉ G. NÚÑEZ nos pide una nueva visión para que nos despojemos de esa mirada desordenada y ruidosa y, así, poder adentrarnos en la contemplación sencilla y profunda de una visión más próxima a nuestra esencia de human@s puros, primitivos y salvajes como estas pequeñas esculturas antropomorfas, inocentes, vulnerables y sencillas. Su aspecto es de unos tiernos personajes en los que destacan sus grandes cabezas, de ojos circulares de mirada vacuna y de sorpresa, remarcando de forma evidente su carácter sexual y de procreación.
Los grandes senos nos señalan una aparente alegría e inocencia como recién salidos del Edén, todavía ausentes de pecado con su presencia fértil, de resonancias culturales antiguas y arcaicas muy distantes de este presente.
Su posición y actitud es firme, de confianza, de espera y de sopresa, sin temor al exterior que no lo siente como amenazador.
Su ocupación en el espacio es rotunda, enraizada y arraigada, que se manifiesta en la presencia de unas piernas y pies poderosos plantados en la tierra, en este caso en las rocas.
Entre sus manos objetos esféricos como jugando y acariciándolos recorriendo toda su esfericidad que en su representación icónica nos llevaria al “centro” como razón de toda la realidad manifestada.
En esta exposición se nos brinda la oportunidad de una nueva visión que nos pide despojarnos de múltiples ideas preconcebidas. Yo pediría un espacio de silencio, de contemplación para que resuenen dentro de nosotros y nos permitan, por simpatía, ponernos en contancto con los elementos ancestrales que habitan en nosotros y de los cuales formamos parte.
David Lechuga
Madrid, diciembre de 2015.