VIRGINIA ROMERO TOLEDANO

La pintura de Virginia Romero se construye desde la intuición y una exquisita manera de manejar el color.
Una obra de gran plasticidad donde convive lo estructural con lo poético, abriéndose al espacio formas sólidas que sujetan esa explosión cromática donde el artista nos transmite ese disfrute de la pintura por la pintura.

Eduardo Peña Núñez
Pintor y Director de la Academia Artium Peña

No resulta tarea fácil exponer en estas líneas en qué consiste la fuerza sugerente y a la vez vigorosa de la obra
de Romero Toledano. En una primera impresión no obstante, sus cuadros nos invitan a pensar que existe una marcada tendencia de la artista por el estudio de las estructuras. Ciertamente, la pintora estudió arquitectura -y sus técnicas- y la estética de su obra responde a este hecho: lo que fueron escaleras y pasillos vacíos en sus primeras creaciones hoy es una resuelta síntesis de líneas y planos yuxtapuestos bajo una explosión de pinceladas de color que convierten la realidad del espacio en un espectáculo de sensaciones.

Parece como si nuestra percepción del medio fuera relativa y cambiante, tanto como variable nuestro encuentro
con el entorno: el sentido de espacio no surge sólo del límite entre geometrías sino de la realidad que se construye a partir de nuestras vivencias personales, emociones y recuerdos del mismo espacio; la armonía del todo y la nada así como la relación del todo con el individuo es un conjunto complejo de sensaciones.

A esta realidad responde la obra de Virginia Romero con un revelador juego de fuerzas en equilibrio entre rectas
firmes y mancha matérica, entre colores intensos y tonos apagados: un conjunto evocador, espacios dentro de espacios surgidos del arte de hacer y deshacer, de
construir entre planos lo que en realidad queda entre ellos: soledad, distancia y silencio.

Catalina Benavides Jiménez-Landi
Pintora y Doctora en Comunicación