ROSARIO ALBERDI
“Responder a E. Munch” 23 abril – 12 mayo de 2007
Ola. Bronce con pátinas, 17 x 18 x 12’5 cm. 2007
Mujer caracola. Cerámica, 9 x 14 x 4 cm. 2007.
Puño abierto. Tierra refractaria, 8 x 19 x 6’5 cm. 2006.
Rosario Alberdi presenta su segunda exposición en la galería Orfila, tras la celebrada en 1993. La artista presenta su actual obra con el siguiente texto que aparece en el catálogo de la exposición:
Responder a E. Munch.
Hola E. Munch,
te cuento, que la ola del mar, canta al cielo pidiéndote ayuda. El cuerpo del hombre grita a la mujer en su unión.
Munch, nos habla con “el grito” de su personaje. Su persona, única persona, persona sola. No pesemos en lo genérico, pensemos en la representación de la escena.
Solo, es la soledad individual, el uno, incapaz de unirse al dos.
Es la ausencia de orden. Al ordenarse, por cualquier regla, el uno se relaciona con el dos, y después con los otros, con lo otro, con el tres, con el cuatro… entonces ya no es necesario gritar, aparecen las reglas y el orden para relacionarnos.
Las matemáticas, y la geometría, nunca pensarían en una ley de un 1, el uno es infinito, con infinitas reglas, que existen, y que el hombre, léntamente, descubre, para entender a la vida. Los colores se unen por la geometría, por las proporciones, por el contraste…
Incluso en el cristianismo, se abolió la soledad, al decir Jesús de Nazaret: “allí, donde estéis reunidos, dos en mi nombre, allí estoy yo”, palabras, probablemente, no recordadas, lo suficiente.
El dos, es la respuesta al uno, a la soledad, al grito.
En la naturaleza no existe la soledad, la vida lo inunda todo. Un bosque tiene infinitos pobladores. En el mar conviven infinidad de formas marinas.
Y todos ellos, juntos, sin soledad, unidos a las montañas y a las sirenas, cantan al cielo… piden ayuda
Que les proteja del hombre, que los quiere retirar, en geriátricos de animales, a los que llama zoológicos, o acuarios. Que los quiere reproducir en probetas congeladas, olvidando las leyes de la vida en la naturaleza. El hombre los ha convertido en partes del árbol de la ciencia, ha olvidado su necesidad de orden, con el dos, que es el hombre. Ningún científico podrá mejorar o sustituir su equilibrio.
El árbol de la ciencia, es estéril.
La naturaleza es la geometría perfecta (Julián Kalero). Es la gran alianza pendiente, después de la última alianza con Dios, y en ella, el hombre es protagonista. El hombre, que no dispone de las leyes de la vida, se sube al árbol de la ciencia, y elabora mil teorías para controlar a la naturaleza, creyendo que está a su servicio, y sin ofrecerle ningún derecho a cambio.
La naturaleza, todavía, no grita; el grito es el sonido de la guerra de los hombres, es la destrucción del grupo y la desesperación del yo solitario, que sobrevive en el confort de la tecnología, creyéndose dueño de la vida y queriendo cotrolar la vida del otro, de los otros. Pero su grito, en catarsis con el espectador, solitario, sólo produce el ECO humano de la desesperación.
R. Alberdi. Madrid 2007