ANTONIA PAYERO

“MUJERES” Del 30 de enero al 18 de febrero de 2017

Adolescente. Mixta sobre lienzo, 100 x 73 cm

Perséfone. Mixta sobre lienzo, 90 x 73 cm

La Danza. Mixta sobre lienzo, 100 x 73 cm

Numismática. Mixta/lienzo, 73 x 60

Heroina. Mixta/lienzo, 61x 50 cm

Antonia Payero (Madrid, 1940). Doctora en Bellas Artes por la Universidad Complutense, de Madrid, fue profesora de esta misma Facultad entre los años 1990 y 2000. Realiza, desde 1969, más de una veintena de exposiciones individuales, destacando, entre otras, las celebradas en la Galería Orfila (1981, 1997, 1999, 2002, 2006, 2009, 2012 , 2014), la Asamblea de Madrid (1988, 1995); Galería Nájera, Madrid (2002); Sala de Exposiciones Plaza Mayor, Torrejón de Ardoz, Madrid (2008); Galería Chroma, Vigo (2004).

Participa en colectivas y certámenes en varios países, como la Bienale Internazionale della Grafica, Palazzo Strozzi, Florencia (1976); XVI Bienal de Säo Paulo (Brasil) (1981); Libros de Artistas, Biblioteca Nacional, (1982) y Fuera de Formato, Centro Cultural de la Villa (1983), Madrid; PORTOARTE, Feria de Arte Moderno y Contemporáneo, Oporto (2002); “Formas y colores”, Diputación de Palencia (2012).

Obtiene las Becas de la Fundación Rodríguez Acosta, Granada (1967) y de la Fundación March, Madrid (1971), siendo distinguida, entre otros, con el Premio Arganzuela, Madrid (1982); Premio Diputación de Ciudad Real, Puertollano (1983); II Premio Ayuntamiento de Torrejón de Ardoz y Premio en la II Bienal Nacional de la Diputación de Palencia (1983).

Como integrante de Atelier Bonanova, ha participado en numerosos eventos nacionales e internacionales, siendo los últimos: Desacuerdos. Sobre arte, políticas y esfera pública en el Estado Español, MACBA (Barcelona) y Centro José Guerrero (Granada) (2005); Hora Solar, instalación sonora, MNCARS, Madrid (2010). Invitada a participar en el tesoro bibliográfico de Francisco Peralto (Ediciones Corona del Sur, Málaga).

PAYERO COLOR

Nada se ve si no se mira con ahínco. A primera vista, ¿qué vemos en esta pintura?: un bosque exuberante, el color que salta, puro o inventado, solo o paredaño, locuaz o silencioso. Pero, si nos demoramos en la piel de estos lienzos fogosos y salvajes, agitados, descubrimos la luz, la fuerz y poderío de los complementarios extasiados en unos blancos, que dominan los cuerpos y el espacio, convertido en luz.

Ahora se desprecia la luz natural, se pinta con artificial y por eso hay tanto artificio.Lo que no interesa no se analiza. La luz es fundamental en esta amalgama de gestos cromáticos que se arraciman en un sentimiento y crean formas más allá de la de la forma.

Más que personajes, Mujeres son prototipos. En la pintura todo es invención. Tanto da que represente, que ficcione, siempre que presente y esa presencia, que se somete a nuestra sensibilidad, es la que determina nuestra emoción o indiferencia. Aquí se nos ofrece un cúmulo de gritos, que ahorman una canción, que va de la estridencia a la armonía.

Alufrar, alufrar… y experimentar lo que la mirada nos induce. Importa dejarse llevar, solazarse, descubrir por qué sentidos. Esto no es una crítica, sino una visión, que quiere ser conectiva con otras. Es una lectura de un bosque de cromías del que emerge un cosmos exultante. Más que brillante, es excitante, fuerte, densa.

Antonia Payero es expresionista, pero no siempre fue figurativa y nunca referencial. No hace retratos, hace etopeyas, con ecos pop, pidiendo que cada cual obtenga sus conclusiones y saque a pasear sus emociones. Borges, que tantas cosas dijo de forma definitiva, sentenció que el hecho plástico “es la inminencia de una revelación que no se produce”. Si se produjera, la búsqueda acabaría, el pintor o el poeta habría llegado a su acmé y ya no tendría objeto insistir en su camino, habría llegado…

Payero, en estas Mujeres, más que al feminismo al uso, homenajea al Norte, el mundo de Ibsen y su bandera: la figura de Nora Helmer. Henrik Ibsen (Cristianía 1828-1926), ya apuntó: “Nuestra sociedad es masculina, y hasta que no entre en ella la mujer no será humana”.

Un recital ahíto de tintura: jalde intenso en los cuerpos cabe bermellones, cabellos azules y amarillos, mujeres rojas o de cal, relámpagos de verde permanente y todos ellos fundidos en un resplandor que anuncia la luz que los gesta.

Sensación de inquietud y placer es lo qjue provoca la visión de este hermoso caos. Para saber más de su autora, se impone la lectura del volumen que le dedicó Antonio Leyva, “Antonia Payero. El resplandor homicida de la razón”, Fur Printing Ediciones, Madrid, 2002.

Para saber de esta pintura, mirar y ver ese latido que se esconde en los pliegues de un pincel, que deja el pulso del corazón cabe la complicidad de la memoria en cada trazo.

Tomás Paredes
Presidente de la Asociación Española de Críticos de Arte